Escolares de un colegio diocesano de Ribarroja, “tutores” para personas mayores o en soledad desde que empezó la pandemia
VALENCIA, 2 JUN (AVAN) .- Alumnos del colegio diocesano Asunción de Nuestra Señora de Ribarroja acompañan, en la actualidad, y desde que comenzó el tiempo de pandemia, a personas mayores solas o enfermas, tanto en residencias como en sus domicilios particulares, convirtiéndose en sus “tutores”, para llevarles afecto y cercanía, y atender sus necesidades básicas, dentro de un proyecto de la Cáritas parroquial.
Los estudiantes, que cursan cuarto de la ESO, y son voluntarios de Cáritas, conversan con los mayores, meriendan o toman un café con ellos, y mantienen una “relación personal muy estrecha ganando cada vez más confianza, como si fueran familia”, asegura el párroco, Ricardo Estrems.
Este sistema de “tutorías”, que también se desarrolla con personas usuarias de los servicios de la Cáritas parroquial, ha ido evolucionando y creciendo. Surgió en plena pandemia, con el confinamiento, cuando los jóvenes llamaban por teléfono a los mayores para hablar con ellos y ahora quedan y los visitan.
“Esta iniciativa es de gran riqueza tanto para las personas mayores o dependientes, que pasan muchas horas solas en casa, como para los propios chavales, y se ha generado entre ellos una relación tan entrañable como si fueran abuelos y nietos”, afirma el párroco que asegura que “cada vez tenemos más voluntarios que quieren sumarse a este proyecto”.
“Desde Cáritas siempre estamos viendo la manera de cómo crecer y mostrar el amor de Dios a personas que tienen necesidad de ayuda para que ésta no se reduzca sólo a lo material sino que acompañemos también en su crecimiento personal”, explica Ricardo Estrems.
Los mayores dependientes son atendidos también por Cáritas. Reciben acompañamiento en los centros de día y residencias, apoyo en el domicilio y asistencia para visitas a médicos y cualquier gestión.
80 voluntarios en la Cáritas parroquial
Precisamente, en la Cáritas parroquial de la Asunción de Nuestra Señora se integra “Cáritas joven”, la pastoral de la salud y todas las acciones solidarias que se llevan a cabo, también a nivel internacional.
Según Amparo Aliaga, coordinadora de Cáritas, “comenzamos Cáritas Joven en el año 2014”. “Éramos un grupo de jóvenes que, al terminar nuestra vida como monitores Juniors, sentíamos la necesidad de seguir prestando un servicio en la parroquia. Nos planteamos cómo podíamos hacer realidad el mensaje de Dios de ayudar a los demás”, afirma.
En la actualidad cuenta con unos 80 voluntarios, de los que 60 tienen entre 16 y 49 años, que atienden a unas 130 familias, pues las necesidades han aumentado durante la pandemia.
La acogida o primera atención se hace a través del ‘“Proyecto bienvenida”. Una vez se han valorado
sus necesidades, se deriva a la persona o familia hacia el servicio que necesitan y se les asigna un tutor que hace el seguimiento y les ayuda a realizar las gestiones que requieran. Cada voluntario hace el seguimiento de 6 o 7 familias.
En el “almacén de bajo coste” las personas asistidas pueden conseguir productos de primera necesidad e higiene. Además, se les facilitan vales con los que pueden comprar otros productos como butano, carne, fiambre, huevos o pañales en los comercios colaboradores. También se les dirige a “Koopera”, donde pueden comprar ropa.
Igualmente, Cáritas Ribarroja dispone de un “almacén de enseres” donde pueden conseguir camas, armarios u otros muebles, por el sistema del trueque. “Generamos actividades en las pueden colaborar y así conseguir vales. Están muy agradecidos porque ya no les da vergüenza ir a comprar, se lo han ganado”, indica Amparo Aliaga, coordinadora de Cáritas.
En el ámbito educativo, Cáritas también ofrece clases de refuerzo escolar a los niños de familias atendidas y les facilita material escolar. Además, se organizan actividades de ocio con el objetivo de integrar a los niños. Igualmente ofrecen cursos de alfabetización para los adultos que no saben el idioma.
Como proyectos internacionales, Cáritas colabora con las Hermanas de la Caridad en misiones de Camerún y Haití, donde hay dos religiosas de Ribarroja, sor Natalia Martínez de Pablo y sor Asunción Cabeza.