PENTECOSTES
El día de Pentecostés se celebra el cumplimiento de la promesa de Cristo a los apóstoles: El Padre envía al Espíritu Santo para guiarlos en la misión evangelizadora.
El Espíritu Santo tiene dos símbolos en el Nuevo Testamento: el viento y el fuego. En relación al símbolo del fuego, el Catecismo señala que el fuego
simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu Santo y que existe una conexión entre las “lenguas” de fuego y el hablar en otras “lenguas” (es decir, los idiomas). El símbolo del viento es el soplo que Dios confía a la Iglesia, en el Nuevo Testamento, el soplo del Espíritu Santo reúne a la tres personas: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu.
El Espíritu Santo es la “Tercera Persona de la Santísima Trinidad”. Es decir, habiendo un sólo Dios, existen en Él tres personas distintas: Padre, Hijo y
Espíritu Santo. Esta verdad ha sido revelada por Jesús en su Evangelio.
El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo de la historia hasta su consumación, pero es en los últimos tiempos, cuando es reconocido y acogido como persona. El Señor nos lo presenta y se refiere a Él como una Persona diferente, con un obrar propio y un carácter personal.
La solemnidad de Pentecostés nos hace recordar y revivir la efusión del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y los demás discípulos, reunidos en oración
con la Virgen María en el Cenáculo. Jesús después de resucitar y subir al cielo, envía a la Iglesia su Espíritu para que cada cristiano pueda participar en su misma vida divina y se convierta en su testigo en el mundo. El Espíritu Santo, favorece en nosotros la maduración interior en la relación con Dios y con el prójimo”. Recuerda y reflexiona sobre los dones del Espíritu Santo y la influencia positiva que tienen en tu vida.
Como tarea, buscamos los dones del Espíritu Santo y se los transmitimos a los alumnos.